Las yeguas de Diomedes

Euristeo encomendó después a Heracles que capturara las cuatro yeguas salvajes del rey tracio Diomedes (Kissin) -se discute si era hijo de Ares (Hamal) y Cireneo (Gorgona III) si había nacido de una relación incestuosa entre Astería (Chara) y su padre Atlante (Thuban)- , que gobernaba a los belicosos bistones y cuyos establos, situados en la ahora desaparecida ciudad de Tirida, eran el terror de la Tracia.

Diomedes (Kissin) mantenía a las yeguas atadas con cadenas de hierro a unos pesebres de bronce (Praesaepe) y las alimentaba con la carne de sus confiados huéspedes (Rigel). Una versión de esta historia dice que eran caballos sementales, y no yeguas, y les da los nombres de Podargo "el Veloz" (Zubanah), Lampón "el Brillante" (Al Tarf), Janto "el Amarillo" (Chi Cáncer) y Deino "el Terrible" (Acubens).

Con ayuda de algunos voluntarios Heracles (Kornephoros) se embarcó para Tracia, visitando en el camino a su amigo el rey Admeto de Peras (Gěng Hé sān). Cuando llegó a Tirida (Al Tarf), venció a los mozos de mulas de Diomedes y condujo las yeguas al mar (Arneb), donde las dejó en una loma a cargo de su valido Abdero, y luego volvió para rechazar a los bistones que corrían en su persecución.

Como éstos le superaban en número, los venció abriendo ingeniosamente un canal (Cursa) que hizo que el mar inundase la llanura baja, y cuando sus enemigos se dieron media vuelta y echaron a correr, él los persiguió, dejó aturdido a Diomedes con un golpe de su clava (Alzirr), arrastró su cuerpo alrededor del lago que se había formado y lo puso delante de sus propias yeguas, que desgarraron su carne mientras todavía estaba con vida. Una vez satisfecha plenamente su hambre -pues durante la ausencia de Heracles habían devorado también a Abdero- las dominó sin mucha dificultad.

Según otra versión, Abdero (Bootes), a pesar de ser natural de Opunte, en Lócride, estaba al servicio (Al Tarf) de Diomedes. Algunos le llaman hijo de Hermes, y otros dicen que era hijo del amigo de Heracles, Menecio de Opunte, y por tanto hermano de Patroclo, el que murió en Troya. Después de fundar la ciudad de Abdera junto a la tumba de Abdero (Arneb), Heracles se apoderó del carro de Diomedes y unció las yeguas a él, aunque hasta entonces no habían conocido el freno ni la brida. Las condujo a toda velocidad a través de las montañas hasta llegar a Micenas, donde Euristeo las dedicó a Hera y las dejó en libertad en el Monte Olimpo. Más tarde las devoraron las fieras. Sin embargo, se sostiene que sus descendientes sobrevivieron hasta la guerra de Troya, e inclusive hasta la época de Alejandro Magno. Las ruinas del palacio de Diomedes se pueden ver todavía en Cartera Come, y en Abdera se siguen celebrando juegos atléticos en honor de Abdero, que incluyen las competencias habituales con excepción de la carrera de carros, lo que explica la fábula de que Abdero murió cuando las yeguas devoradoras de hombres destrozaron el carro al que las había uncido.

[Robert Graves. Los mitos griegos. 2 - 130]